“La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer;…”
Quijote, I, 8
Los molinos de la mancha son edificaciones cilíndricas de mampostería muy desigual, que terminan en una cubierta cónica que, en un principio, era construida de paja, siendo sustituida más tarde por madera y posteriormente por zinc. A un lado de la caperuza una tronera por donde asoma el eje donde se engarzan las aspas, y en el lado opuesto, el palo de gobierno, ambas construidas con madera de álamo negro, muy fuerte y resistente. Con el palo de gobierno se hace girar la cubierta, de modo que se pueden orientar las aspas hacia el viento más favorable.
En Alcázar de San Juan, coronando el cerro de San Antón, encontramos cuatro de ellos, actualmente de propiedad municipal.
En Campo de Criptana, en el Cerro de la Paz pueden contemplarse diez molinos de viento de los treinta y dos existentes en la antigüedad. Tres de ellos son originales y están declarados monumentos de la humanidad, y todos poseen nombres referidos a lugares y personas comunes al municipio: El "Sardinero" conserva la maquinaria original; el "Culebro" alberga un museo dedicado a Sara Montiel; El "Lagarto" guarda un museo dedicado a aperos de labranza; y el "Pilón" otro dedicado al vino; el "Burleta" y el "Infante" conservan también la maquinaria original, siendo éste último el destinado a moler de nuevo con el fin de que los numerosos visitantes observen con exactitud el funcionamiento de un molino; el "Poyatos" se encuentra la oficina de turismo; y así, otros con diferentes usos, exposición de pintura, artesanía popular, etc.
La imagen más característica de Campo de Criptana son los molinos y el Albaicín Criptano formado por calles estrechas de pronunciadas pendientes, con construcciones de casas típicas manchegas de una sola planta, encaladas de blanco y zócalo de color añil.
En Mota del Cuervo, importante villa manchega con una curiosa alfarería hecha exclusivamente por mujeres, también hay un conjunto de molinos de viento situados encima de un farallón que domina la localidad, desde donde aseguran que en los días claros puede divisarse Despeñaperros.