
En casa, con la ayuda de PS, he realizado unos cambios en la imagen: he introducido unas nubes con sus reflejos, he aprovechado para eliminar antenas de los tejados y he puesto un poco de luz en las fachadas de las casas.
A vosotros, ¿que os parece?
El Fiordo de Forth ha sido siempre un lugar estratégico de conexión entre el noreste y el sureste de Escocia, pero cruzarlo siempre fue peligroso: las tormentas eran frecuentes, los ferries poco fiables e incluso hasta el siglo XVIII existía la posibilidad de encontrarse con los piratas. Por ello, el Parlamento decidió construir un puente de ferrocarril que cruzara la bahía.
El Forth Bridge fue construido entre los años 1883 - 1890 y es considerado una obra maestra de ingenieria. Con una longitud de 2,5 km y su doble via de ferrocarril se eleva 46 m sobre el nivel máximo del agua, es uno de los monumentos más reconocibles de Escocia y se está estudiando la posibilidad de presentarlo como candidato a Patrimonio de la humanidad. Recientemente le salió un hermanito para el tráfico de automóviles que tampoco se queda atrás.
Una estructura tan compleja precisa mantenimiento constante, por lo que desde su creación existió un taller de mantenimiento, además de una "colonia" ferroviaria con unas cincuenta casas en Dalmeny Station.
Debido a su gran tamaño, "pintar el Puente de Forth" se ha convertido en una expresión coloquial para indicar una tarea interminable, algo así como una versión moderna del mito de Sísifo.
Para relajarse o hacer un alto en el camino, Edimburgo dispone de multitud de cafés, aunque uno de los de mayor encanto es, probablemente, el 'Elephant House' (George IV Bridge, 21). Ubicado en el corazón histórico de la ciudad, se trata de un tranquilo local con cierto ambiente bohemio y vistas al castillo. Entre las anécdotas que rodean este local se cuenta la de que J.K. Rowling encontró su musa en Edimburgo y, de hecho, escribió la primera novela de la saga de Harry Potter en este delicioso café.
Entre los muchos elementos que conforman la cultura escocesa, dos han dado la vuelta al mundo. Nos referimos a la vestimenta tradicional (la falda o kilt) y por supuesto, el instrumento que acompaña cualquier celebración en el país, la gaita.
Para descubrir la diferencia entre un whisky de malta y uno de grano, entre el licor de las tierras bajas y el de las altas, la variedad de sabores sofisticados, delicados y a la vez penetrantes de la bebida nacional escocesa; desde el ahumado de la turba hasta el salitre del mar, pasando por la miel y el brezo, son un auténtico festín para el paladar. Situado al comienzo de Castle Hill, muy cerca del Castillo, nada más iniciar el descenso por la milla real.
Las comidas elaboradas con whisky como uno de los ingredientes, estupendas.
Ya estamos de vuelta, con las pilas bien cargadas después de unos días de bregar por ahí y dejarme las rodillas destrozadas. Hasta dentro de 4 días no comienzo el trabajo, de modo que todavía tengo tiempo de disfrutar.
Edimburgo es la capital de Escocia, imagino que todos lo sabéis. Está situada en la desembocadura del fiordo de Forth, y desde 1995 es patrimonio de la Humanidad, lo cual no es de extrañar, porque se trata de una ciudad con una personalidad muy marcada.
Con un casco viejo cuyas tranquilas calles piden el paseo relajado para disfrutar. Unos magníficos parques y jardines que rivalizan con las bellas callejuelas del casco antiguo. Y escaleras, muchas escaleras. Eso sí, con pasamanos que hacen la subida más amable.
Con unas gentes joviales y relajadas siempre dispuestas a ayudar con una sonrisa. Parecía que no tuviesen prisa: subidas al autobús tranquilas y sin atropellos, saludando amablemente al conductor y deseándole buen día y sin que nadie se impacientase si la espera era un poco larga. ¡Ja! Incluso un conductor de autobús de línea esperó con su semáforo en verde a que yo terminará de hacer una fotografía para no estropearla; al arrancar me dedicó una sonrisa y levantó el pulgar para demostrarme que había colaborado con gusto. Una viejecita le dio al conductor de un autobús una chocolatina para alegrarle la mañana. Creo que todo era consecuencia de una buena educación.
Más o menos como aquí, vamos.
Y con un tiempo muy variable, alternando días de sol con días de lluvia lenta y mortecina que acaba calando hasta los huesos, pero que no nos importunó demasiado los paseos salvo uno de los días.
El objetivo de mi viaje era conocer esta magnífica ciudad y los alrededores del fiordo donde está situada. Creo que ha quedado cumplido con creces y traigo material suficiente para colocar durante unos días. ¡Y ganas de volver a visitarla! Muchas ganas de volver, pero habré de esperar.