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martes, 4 de noviembre de 2008

Portobello 2

Hace unos días publiqué una fotografía de un atardecer en Portobello y fue tomada un día nublado y lluvioso, lo que originó, como me comentaba mª teresa un cielo bastante plano, y en aquel momento no estaba en mi mano, efectivamente, cambiar lo que tenía.
En casa, con la ayuda de PS, he realizado unos cambios en la imagen: he introducido unas nubes con sus reflejos, he aprovechado para eliminar antenas de los tejados y he puesto un poco de luz en las fachadas de las casas.
A vosotros, ¿que os parece?

miércoles, 29 de octubre de 2008

Cramond


Cuando baja la marea se abre un camino entre dos aguas que permite cruzar a pie hasta la isla situada en mitad del fiordo. La mar permaneció alta mientras estuvimos allí y no pudimos verlo.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Las playas de Edimburgo

Quiero terminar, por ahora, la serie dedicada a Edimburgo dando un pequeño paseo por sus playas.
Esta primera fotografía corresponde la estuario de Forth y la tomé desde el tren, camino de St. Andrews cuando cruzaba por el puente centenario. Es una central de tratamiento de residuos urbanos.

Acurrucada en una amplia bahía, la ciudad de St. Andrews combina una población universitaria internacional con la pasión por el golf (aquí se celebran los más famosos torneos europeos). Un pequeño puerto y dos playas se extienden al sur de la bahía y una más ancha al norte de la ciudad.
Cuando el sol se abre un hueco entre las nubes la ciudad se convierte en una de las más placenteras de Escocia.


Con sus yates amarrados, cisnes majestuosos y casitas encaladas en la ladera de un cerro, Cramond es uno de los rincones más pintorescos de Edimburgo.

Portobello, en el corazón de Edimburgo, tampoco deja indiferente.


sábado, 18 de octubre de 2008

El fiordo de Forth

El Fiordo de Forth ha sido siempre un lugar estratégico de conexión entre el noreste y el sureste de Escocia, pero cruzarlo siempre fue peligroso: las tormentas eran frecuentes, los ferries poco fiables e incluso hasta el siglo XVIII existía la posibilidad de encontrarse con los piratas. Por ello, el Parlamento decidió construir un puente de ferrocarril que cruzara la bahía.


El Forth Bridge fue construido entre los años 1883 - 1890 y es considerado una obra maestra de ingenieria. Con una longitud de 2,5 km y su doble via de ferrocarril se eleva 46 m sobre el nivel máximo del agua, es uno de los monumentos más reconocibles de Escocia y se está estudiando la posibilidad de presentarlo como candidato a Patrimonio de la humanidad. Recientemente le salió un hermanito para el tráfico de automóviles que tampoco se queda atrás.



Una estructura tan compleja precisa mantenimiento constante, por lo que desde su creación existió un taller de mantenimiento, además de una "colonia" ferroviaria con unas cincuenta casas en Dalmeny Station.

Debido a su gran tamaño, "pintar el Puente de Forth" se ha convertido en una expresión coloquial para indicar una tarea interminable, algo así como una versión moderna del mito de Sísifo.



domingo, 12 de octubre de 2008

De paseo por Edimburgo

"El que se olvida de su propia historia, está condenado a repetirla" Sir Walter Scott - Escocia 1771/1832
W. Scott es uno de los escritores, poeta y editor más famoso de Escocia, y mundialmente conocido por sus obras, entre las que destacan: Ivanhoe, Rob Roy, La dama del lago, ... entre una larga relación de títulos.
Fue uno de los propulsores del uso de la falda escocesa que ha acabado convirtiéndose en uno de los símbolos del país.
En su memoria, financiado mediante suscripción pública, se construyó este imponente chapitel gótico que se eleva majestuoso en el paseo de Princes Street, dominando la mitad oriental de los jardines del mismo nombre.

Vista del Old Town y del Castillo de Edimburgo, tomada desde la base del monumento a W Scott.
Unas bellas casas, casi colgantes, situadas en el Old Town, junto al castillo.
Un puesto de mercadillo en una de las calles de Edimburgo. Entre las montañas de bolsos habia una sorpresa.

lunes, 6 de octubre de 2008

Plenamente escocés

Para relajarse o hacer un alto en el camino, Edimburgo dispone de multitud de cafés, aunque uno de los de mayor encanto es, probablemente, el 'Elephant House' (George IV Bridge, 21). Ubicado en el corazón histórico de la ciudad, se trata de un tranquilo local con cierto ambiente bohemio y vistas al castillo. Entre las anécdotas que rodean este local se cuenta la de que J.K. Rowling encontró su musa en Edimburgo y, de hecho, escribió la primera novela de la saga de Harry Potter en este delicioso café.



Entre los muchos elementos que conforman la cultura escocesa, dos han dado la vuelta al mundo. Nos referimos a la vestimenta tradicional (la falda o kilt) y por supuesto, el instrumento que acompaña cualquier celebración en el país, la gaita.


Para descubrir la diferencia entre un whisky de malta y uno de grano, entre el licor de las tierras bajas y el de las altas, la variedad de sabores sofisticados, delicados y a la vez penetrantes de la bebida nacional escocesa; desde el ahumado de la turba hasta el salitre del mar, pasando por la miel y el brezo, son un auténtico festín para el paladar. Situado al comienzo de Castle Hill, muy cerca del Castillo, nada más iniciar el descenso por la milla real.

Las comidas elaboradas con whisky como uno de los ingredientes, estupendas.



miércoles, 1 de octubre de 2008

Princes Street Gardens de Edimburgo

Están ubicados en un valle que antiguamente estaba ocupado por el lago del Norte, desecado a comienzos del siglo XIX. Los jardines están divididos en dos por The Mund, una elevación artificial formada por unos dos millones de carretadas de tierra descargadas allí durante la construcción de la ciudad nueva (New Town), para proporcionar comunicación terrestre con el casco antiguo (Old Town)a través del valle.

La construcción de la New Town se hizo de forma que las casas disfrutaran de buenas vistas, tanto del estuario de Forth en dirección Norte, como de Old Town y los jardines de Princes Street hacia el sur. Conservar los paisajes se consiguió con el sencillo método de construir casas solamente en uno de los lados de Princes Street, una de las calles comerciales más espectaculares que he conocido.

Pasar por ellos de buena mañana fue una experiencia muy agradable.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Edimburgo

Ya estamos de vuelta, con las pilas bien cargadas después de unos días de bregar por ahí y dejarme las rodillas destrozadas. Hasta dentro de 4 días no comienzo el trabajo, de modo que todavía tengo tiempo de disfrutar.

Edimburgo es la capital de Escocia, imagino que todos lo sabéis. Está situada en la desembocadura del fiordo de Forth, y desde 1995 es patrimonio de la Humanidad, lo cual no es de extrañar, porque se trata de una ciudad con una personalidad muy marcada.


Con un casco viejo cuyas tranquilas calles piden el paseo relajado para disfrutar. Unos magníficos parques y jardines que rivalizan con las bellas callejuelas del casco antiguo. Y escaleras, muchas escaleras. Eso sí, con pasamanos que hacen la subida más amable.

Con unas gentes joviales y relajadas siempre dispuestas a ayudar con una sonrisa. Parecía que no tuviesen prisa: subidas al autobús tranquilas y sin atropellos, saludando amablemente al conductor y deseándole buen día y sin que nadie se impacientase si la espera era un poco larga. ¡Ja! Incluso un conductor de autobús de línea esperó con su semáforo en verde a que yo terminará de hacer una fotografía para no estropearla; al arrancar me dedicó una sonrisa y levantó el pulgar para demostrarme que había colaborado con gusto. Una viejecita le dio al conductor de un autobús una chocolatina para alegrarle la mañana. Creo que todo era consecuencia de una buena educación.

Más o menos como aquí, vamos.


Y con un tiempo muy variable, alternando días de sol con días de lluvia lenta y mortecina que acaba calando hasta los huesos, pero que no nos importunó demasiado los paseos salvo uno de los días.

El objetivo de mi viaje era conocer esta magnífica ciudad y los alrededores del fiordo donde está situada. Creo que ha quedado cumplido con creces y traigo material suficiente para colocar durante unos días. ¡Y ganas de volver a visitarla! Muchas ganas de volver, pero habré de esperar.