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lunes, 12 de noviembre de 2007

Palacio Aljaferia 2

Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar los alrededores del palacio de la Aljaferia; hace dos días he vuelto a visitarlo, pero esta vez el interior del palacio.
Pocos monumentos aragoneses cuentan con muestras arquitectónicas tan sobresalientes como las que se pueden ver en la Aljafería de Zaragoza, donde se resumen diez siglos de la vida cotidiana y de los acontecimientos histórico-artísticos de Aragón: el islam, el medioevo (palacio de los monarcas aragoneses), el renacimiento (palacio de los Reyes Católicos) y las reformas realizadas en la época contemporánea.
Desde el año 1987 es la sede de las Cortes de Aragón, con lo que el palacio vuelve a ocupar un lugar relevante para la historia de la ciudad.

El patio de Santa Isabel

El patio de San Martín

Anexo de la entrada a las Cortes en el patio de San Martín

jueves, 23 de agosto de 2007

Palacio Aljaferia


Fue construido en el siglo XI, durante el periodo de taifas, como residencia de recreo de los reyes de Saracosta y en sus orígenes estaba rodeado de jardines, huertas y acequias, asemejando el paraíso musulmán. Fue declarado monumento Nacional en 1931, y Patrimonio de la Humanidad en 1949.

Arabe en su nacimiento, reconvertido al cristianismo por los aragoneses, residencia de los Reyes Católicos, cuartel militar y, finalmente, sede de las Cortes de Aragón, es una joya artística de primer orden a nivel español. Está rodeado de un bello jardín que es poco conocido.

La ópera Il Trovatore, de Giuseppe Verdi narra una historia que tuvo lugar en este palacio. La leyenda es una trama completamente inventada que dramatizó el escritor Antonio García Gutierrez y cuyo texto sirvió como base para el libreto desarrollado por Salvatore Cammarano y Leone Emanuele Bardare. La historia cuenta la vida del doncel Manrique de Lara, que durante su adolescencia se había cultivado en el canto y la poesía, convirtiéndose en un trovador. Su vida fue de lo más azarosa, ya que por casualidades de la vida fue criado por una gitana, aunque en la realidad era hijo de un noble zaragozano. Cuando llegó a la juventud se enamoró perdidamente de una joven de la corte de la Aljafería llamada Leonor, de la que también estaba enamorado Antonio de Artal, hermano de Manrique, si bien ambos eran desconocedores de tal circunstancia porque fueron separados en su más tierna infancia. Leonor favorecía los amores con Manrique, por lo que Antonio de Artal hizo que ésta fuese encerrada en un convento. Sin embargo el Trovador la raptó y huyó con ella, viviendo juntos y felices durante un tiempo, hasta que los encontraron y fueron castigados. El doncel Manrique de Lara fue encerrado en el torreón de la Aljafería al que ha dado nombre (torreón del trovador) y Leonor se suicidó ante tal desgracia.


Este no es el torreón del Trovador, sino que que en la foto anterior está coronado por las banderas.