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lunes, 16 de julio de 2007

Más cosas de la calle

La semana pasada tenía preparadas las imágenes que hoy aparecen en la página, pero una avería técnica en el router me ha mantenido apartado de internet y de todo cuanto le rodea. Creí que tendría un poco de mono porque últimamente estaba un poco enganchado con el ordenador, pero no ha sido así. El fin de semana ha sido fructífero y he podido disfrutar de unos días de lectura, descanso y paseos por la montaña que siempre vienen bien. Solamente un enorme atasco en el puerto de Monrepós, que me tuvo prácticamente paralizado durante dos horas enturbió las buenas vibraciones. Para compensar pude hacer unas cuantas fotografías de la puesta de sol, preciosa el pasado domingo, mientras subíamos el puerto pasito a pasito (creo que en Aragón tenemos las puestas de sol más bonitas de España). Como dice el refranero, no hay mal que por bien no venga.



Monumento erigido en homenaje a las mujeres de la segunda guerra mundial. Creo que lo encontré en Victoria Street, pero no estoy seguro y no he podido documentarlo.



La National Gallery ha tenido la brillante idea de exponer copias de sus obras más emblemáticas en la calle. La que os presento la ví paseando por el Soho.


Paseando por Bath

lunes, 9 de julio de 2007

Cositas curiosas


Durante años, a los niños ingleses y también a los turistas les han explicado la leyenda sobre los cuervos de la Torre de Londres, según la cual la monarquía caería si los cuervos se marchasen algún día. Gracias a ella, los cuervos han adquirido inmunidad diplomática para picar o robar comida a los visitantes que se les acercan demasiado.





Al igual que en mi ciudad, paseando por las calles a veces se encuentran cosas curiosas tiradas sobre la acera. La placa era de hojalata esmaltada.



Un escaparate que a más de uno traerá recuerdos nostálgicos.

sábado, 7 de julio de 2007

Vivir para consumir

La entrada de hoy en pensamientos de alcoba me ha recordado la materialidad de la sociedad propia de los países desarrollados, caracterizada por el consumo masivo de bienes y servicios como única forma para conseguir la realización de una vida humana plena. Más allá de la necesidad de satisfacer la aspiración a una vida más confortable, se vive una ansiedad por poseer cada vez más y más bienes. ¡Si tienes, eres! La paradoja es que esta compulsión trae una desvalorización del objeto alcanzado, por lo que una vez poseído ya no interesa tanto como el que aún no se posee. De ahí que el consumista sea un permanente insatisfecho.

Estudios recientes realizados por diversas sociedades científicas de pediatría han puesto de manifiesto que los niños entre 4 y 12 años pasan entre tres y tres horas y media diarias delante de un televisor, mientras que sólo hablan con sus padres entre cinco y diez minutos diarios (casi seguro que para recibir una regañina o para ser mandados a la cama). Ir de compras es, junto con ver TV, la mejor distracción de los adultos, dedicando a estas actividades más de treinta horas semanales. Comparen con los cuarenta o cincuenta minutos a la semana dedicados a charlar con los hijos y sientan el escalofrío. Es una triste realidad, pero la sociedad consumista propicia la falta de comunicación, perdiendo con ello uno de los valores fundamentales en el crecimiento como personas. Nuestros niños crecen con el medio de propaganda consumista por excelencia como ejemplo. Tiemblo solo de pensar en el futuro que les espera.

Confío en que tras la frialdad de los datos estadísticos todavía queden padres con sentido común.

Paseando por Bath, una de las ciudades más elegantes de Inglaterra según dicen las crónicas, y famosa por la historia de sus baños, que se remontan a la época celta, descubrí esta pequeña galería de arte mientras me resguardaba de la lluvia (un día casi invernal). Su cuadros llamaron mi atención pero no pude observarlos de cerca, a pesar de que volví en dos ocasiones, porque estaba colgado el cartel de cerrado. Quise guardar una imagen para el recuerdo.

Abajo unas gaviotas. Los pájaros daban vida a esta hermosa ciudad revoloteando continuamente por el río y los tejados de las casas.
Gaviotas de agua dulce.




jueves, 5 de julio de 2007

El ojo de Londres


El London Eye, inaugurado al público en el año 2000 es una enorme noria de 135 m de altura que cuenta con 32 cápsulas totalmente acristaladas instaladas en una rueda de bicicleta de gran tamaño. Tarda media hora en girar una vuelta completa y no suele detenerse para que sus visitantes suban y bajen de la cápsula porque la velocidad es muy pequeña y no lo hace necesario.

Situado en el South Bank, ha cambiado totalmente su fisonomía. Aunque inicialmente fue muy criticado por considerar que la rueda desentona con sus clásicos alrededores (abadía Westminster, Westminster hall) la verdad es que el invento ha funcionado, es uno de los elementos más visitados en London, y es visible desde numerosos puntos de la ciudad. En mi humilde opinión merece la pena pagar lo que cuesta subir en ella para disfrutar de unas magnificas vistas.

Juzguen ustedes mismos





lunes, 2 de julio de 2007

Las dos orillas del Tower Bridge

El paseo por la orilla del Támesis culminó con la visión del Tower Bridge. A ambos lados del río dos visiones diferentes.

En la orilla izquierda encontramos The Tower of London (en la foto a la derecha, aunque casi no se ve), y junto a ella la torre ojival diseñada por Foster, uno de los edificios más emblemáticos de London, situada en el corazón financiero de la ciudad. Es visible desde muy variados puntos. El remate del edificio está libre de columnas y la bóveda es acristalada, por lo que, según cuentan porque yo no lo vi, parece que te encuentres en la cima de una montaña.

En la orilla derecha el More London Riverside, edificios de superficie acristalada también diseñados por Foster y que contrastan con el clasicismo londinense.

La tercera fotografía es una visión de ambas orillas simultáneamente.


domingo, 1 de julio de 2007

Tradición versus modernidad

El millennium bridge, inaugurado en junio del 2000 es puente de enlace, y agradable paseo, entre Paul’s Catedral y Tate Modern, galería de arte moderno de apertura bastante reciente que se ha convertido en pocos años en la más visitada del planeta. Parece ser que el éxito se debe más a la ubicación del edificio que al arte del siglo XX que alberga en su interior.

Especialmente famosa y visitada es su cafetería de la séptima planta, desde donde pueden contemplarse maravillosas vistas de la ribera del Támesis mientras te tomas un café.




viernes, 29 de junio de 2007

El síndrome de Peter Pan




Kesington gardens y the serpentine forman parte del enorme pulmón londinense que es Hyde Park. Uno de los jardines es el de Peter Pan, el niño que se negaba a crecer y pasaba su tiempo en aventuras mágicas. Paseando por estos parajes con los hijos de una amiga, J.M. Barrie creó el personaje.

La psiquiatría moderna ha creado el término síndrome de Peter Pan para describir a un adulto que es temeroso de adquirir obligaciones y compromisos y que se niega a actuar de acuerdo con su edad. Hijos que nunca creen apropiado marcharse de casa, cuarentones con una vida social típica de un adolescente, amistades y grupos de salida mucho más jóvenes… en fin, que es bastante frecuente hoy en día.

No obstante, creo que todos los adultos deberíamos conservar vivo algo del espíritu de Peter Pan en nuestro interior…


miércoles, 27 de junio de 2007

Dos mundos enlazados



Tan solo dos horas separan estas imágenes que muestran dos realidades muy diferentes. Fueron tomadas en mi último viaje y no precisaron de procesado digital, hablan por sí mismas.

Son tantas las imágenes tomadas durante mi estancia en Londres que durante unos días estas páginas tendrán carácter casi monográfico.

lunes, 25 de junio de 2007

Londres, una ciudad resistente




De regreso de mi visita a una de las ciudades europeas que mejor ha sabido mantener el sabor de lo tradicional combinándolo sabiamente con una modernidad inagotable, Londres. Ha sido una semana de caminar (con breves descansos en las enormes zonas ajardinadas que, afortunadamente, han sabido preservar del furor urbanístico) desde las primeras horas de la mañana hasta las últimas de la noche. Y os aseguro que en Londres amanece muy temprano y anochece bastante tarde. Días muy largos para disfrutar y un tiempo fresquito, con alguna lluvia intermitente, ideal para pasear sin agobios.

Muchas cosas nuevas que me han sorprendido, pero especialmente la amabilidad de los ingleses. Todos los amigos que han viajado a esta ciudad siempre me comentaban que la gente iba a lo suyo y solían ser poco dados a conversar con extraños. Algo debe estar cambiando en la Gran Bretaña, porque a mi me ha parecido gente con ganas de agradar y de ayudar. Han sido incontables las ocasiones en las que cuando teníamos dudas sobre la dirección que debíamos tomar, alguien se acercaba de forma espontánea ofreciéndonos su ayuda, sin importarles el tiempo que tardábamos en enterarnos de sus indicaciones.

Por supuesto muchas bellas imágenes grabadas en la retina y, algunas captadas con la cámara, aunque es difícil plasmar la magnificencia de esta ciudad en una fotografía. Hoy cuelgo las de Tower Bridge, símbolo de la ciudad conocido por todos. No importa las veces que pases cerca, siempre llama la atención con sus torres neogóticas y las riostras azules. Está equipado con un mecanismo basculante revolucionario para la época en que fue construido (1894), que permite el paso de los barcos de mayor calado. No tuve la suerte de verlo funcionar.