Así de hermosas presentan las frutas en la boquería y el mercado de Santa Catalina de Barcelona. Comer una
papaya troceada caminando por el barrio gótico en una mañana soleada de verano y en compañía de tu hija, haciendo de cicerone, es una verdadera delicia. ¡Y no por la
papaya!. Estaba algo insípida!