domingo, 10 de febrero de 2013
Olvidados temporalmente
lunes, 5 de abril de 2010
Tiempo pasado


lunes, 8 de marzo de 2010
Hoy como siempre

Otras cosas permanecen...
de Georges Moustaki
Declaro el estado de felicidad permanente
y el derecho de cada uno a todos los privilegios,
digo que el sufrimiento es sacrilegio,
cuando hay para todos rosas y pan blanco.
Discuto la legitimidad de las guerras,
la justicia que mata y la muerte que castiga,
las conciencias que duermen en el fondo de su cama,
la civilización en brazos de mercenarios.
Veo morir a este siglo que envejece.
Un mundo diferente renacerá de sus cenizas
pero simplemente no basta con esperarlo;
lo esperé demasiado. Lo quiero ahora.
Que mi mujer sea bella a cualquier hora del día
sin tener que disimularlo bajo el maquillaje
y que no se diga de dejar para más tarde
las ganas que tengo de ella y de hacerle el amor.
Que nuestros hijos sean hombres, no adultos
y que sean lo que queríamos ser antaño,
que seamos hermanos, camaradas y cómplices
en lugar de ser dos generaciones que se insultan.
Que nuestros padres puedan emanciparse por fin,
y que se tomen un tiempo para acariciar a su mujer
después de toda una vida de sudor y lágrimas
y del período entre dos guerras que no estaban en paz.
Yo declaro el estado de felicidad permanente
sin que esto sea 'palabras con música',
sin esperar que vengan tiempos mesiánicos,
sin que sea votado en ningún parlamento.
Yo digo que en lo sucesivo seremos responsables,
no daremos cuentas a nadie y a nada,
y transformaremos el azar en destino
solos a bordo y sin maestro y sin dios y sin diablo.
Y si quieres venir pasa la pasarela,
hay sitio para todos y para cada uno,
pero nos queda aún hacer el camino
para ver brillar una estrella nueva.
Yo declaro el estado de felicidad permanente...
domingo, 14 de febrero de 2010
miércoles, 16 de diciembre de 2009
Aprendiendo a ver

-Quiero que me digáis algo sobre esto que tengo en las manos.
El primero hizo un verdadero tratado sobre la importancia de las flores. El segundo compuso una bonita poesía sobre sus pétalos. El tercero inventó una parábola usando la flor como ejemplo.
Cuando le tocó el turno a Mahakashyap, éste se aproximó a Buda, olió la flor, y acarició su rostro con uno de los pétalos.
-Es una flor de loto –dijo Mahakashyap. –Simple, como todo lo que viene de Dios. Y bella, como todo lo que viene de Dios.
-Tú has sido el único que has visto lo que tenía en las manos –fue el comentario de Buda."
P. Coehlo
La mía es un áster de centro negro y tiene la fragancia de una margarita silvestre.
domingo, 23 de agosto de 2009
Disfrutando del calor

Queda lejos en mi memoria un verano tan caluroso como el que estamos viviendo en Zaragoza. Son muchos y largos los días sofocantes y escasas las rachas de nuestro cierzo, por lo que de noche tampoco refresca. De modo que, dejando aparte las salidas al trabajo y el recorrido en mis cada vez más apreciadas bicicletas, son muchas las horas que paso sin salir de casa.

Como no hay mal que por bien no venga, han sido días para disfrutar de la paz hogareña, con buena música y una cervecita en la mano, una oportunidad para dedicarme un poco de tiempo, para resituarme, para preparar una nueva etapa en mi camino.
Y nos quedó tiempo también para revisar anotaciones y documentos para preparar el itinerario de mis ya próximas vacaciones. ¡Qué fácil resulta con internet hacer un recorrido virtual! Todo tan abundante, tan cercano, tan a mano que, a veces, me asusta disponer de tanta información.

Y algunas horas he dedicado a organizar un poco los archivos de fotografías. El número de imágenes aumenta de forma constante y empezaba a necesitar un sistema de organización ágil que me permitiera encontrar fácilmente lo que busco. Y creo que lo encontré, así que en eso ando, y de paso juego un poco con alguna imagen.
domingo, 7 de junio de 2009
Consecuencias

Si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos.
Saramago