La
tradición cuenta que Juan Martínez de Marcilla e Isabel de Segura,
descendientes de familias principales de Teruel, se enamoraron, pero
el padre de ella rechazó al pretendiente de su hija alegando su
escasa fortuna al no ser el primogénito. Martínez de Marcilla pidió
entonces un plazo de cinco años para poder mejorar su situación
económica y partió a la guerra. Pasaron los cinco años sin
noticias del joven en Teruel y pensando que habría muerto en
batalla, Isabel de Segura aceptó casarse con otro hombre. El mismo
día de la boda, Juan (el nombre de Diego se lo debe la tradición a
Tirso de Molina) regresó cargado de riquezas, pero demasiado tarde.
Desesperado, rogó a Isabel que al menos se despidiera de él con un
beso, pero ella se lo negó por estar ya casada y el joven cayó
muerto a sus pies.
En
su funeral en la iglesia de San Pedro, Isabel se acercó hasta el
cadáver de su amado y lo besó, cayendo desplomada junto a él.
La
gente de Teruel interpretó la muerte de los dos jóvenes como una
muestra de amor verdadero y ambos fueron enterrados en la capilla de
San Cosme y San Damián, en la misma iglesia de San Pedro de Teruel.
Desde hace 20
años, cada mes de febrero la ciudad de Teruel recrea la famosa
leyenda en una fiesta que ha sido declarada de interés turístico
nacional.