El testimonio más antiguo de la existencia del Alcázar de Segovia
es un documento de principios del siglo XII, fechado poco después de
la reconquista de la ciudad por Alfonso VI. Construido sobre una
roca rodeada de dos ríos, el Clamores en el lado izquierdo y el
Eresma en el derecho, se eleva hacia el cielo, inexpugnable, como
guardián de la ciudad.
Sus estancias fueron lugar de reposo de Alfonso X el Sabio, el rey
astrónomo.