Debe su nombre a la apariencia de sus acantilados, que en muchos casos simulan arbotantes de maravillosas catedrales góticas. Estas formaciones rocosas son lo más característico de esta playa, y parecen emerger de la nada en medio de la fina y blanca arena.
Poder disfrutar de esta maravilla requiere que haya marea baja, ya que de lo contrario es imposible acceder a la playa porque está totalmente inundada, 30 metros de acantilado sumergidos en el mar. Llegamos a la playa a mitad de tarde y con marea alta; la primera bajamar en plena noche, la segunda a media mañana, de modo que hacemos noche en Ribadeo, donde disfrutamos del mejor pulpo de todo el viaje, ¡inolvidable!
Con la marea baja podremos recorrer tranquilamente los enormes pasillos de arena blanca entre rocas negras, con grandes pozas de aguas turquesas que las olas se encargan de alimentar.
Al final de la playa es donde encontraremos el paisaje más espectacular, la típica imagen de los arcos en fila, esa foto que hemos visto en multitud de sitios, sí, justo ese rincón que nosotros no pudimos visitar por diversos problemas técnicos. ¡Pero volveremos! Ya lo creo que volveremos.
De no estar tú,
demasiado inmensa
seria la playa.
7 comentarios:
Y de no estar tú,
demasiado inmenso
sería el día a día
Buen reportaje sobre este lugar, que imagino bastante especial por diferente a las zonas costeras que conozco.
Un saludo.
A Praia das Catedrais es un lugar especial para mí. Casi mágico. Parada obligada, claro, de viajes entre Galicia, Asturias y Cantabria.
Hermosas fotos de este lugar.
(Siempre es un gustazo pasar por tu blog)
Verdaderamente un paisaje inmenso.
Retomando estas visitas disfruto de esta maravilla.
Un abrazo
Cristina
Efectivamente anaximandro, un lugar especial: un mar muy cambiante, una playa diferente y plagada de formaciones rocosas, un remanso de paz donde solo las olas interrumpen el silencio. Y sin aglomeraciones.
Saludos
Gracias Kaia por tu visita. Un lugar mágico, si. Ver aparecer esas formaciones rocosas mientras el mar se retira lentamente para abrir caminos, sentado sobre una roca, produce sensaciones que no puedo describir.
En breve hago una visita a tu casa.
Hay que estar ahí, entre las rocas, para sentir la grandeza de la naturaleza cris.
Un abrazo
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