Tenía preparada una nueva entrada de la Bretaña francesa, pero no he podido resistir la tentación de mostraros la belleza natural que presentaba el valle de Tena el pasado fín de semana. El viaje, que comenzó con un dia gris lluvioso y frío, se transformó en los dias siguientes en sol, nubes y serenos paisajes.
El valle de Tena se encuentra en el Pirineo de la provincia de Huesca, en la llamada comarca del Alto Gállego, y es fronterizo con el valle francés de Ossau. En él se entremezclan la inigualable belleza de sus paisajes con sus bosques y lagos (a estos no pude llegar, mis fuerzas no llegan a tanto).
Al penetrar dentro del bosque, quedamos rodeados de cambiantes destellos de sol, de sombras voladoras de pájaros, de ruidos de pisadas, del silbido del viento entre las ramas... todo un mundo de misterio que sobrecoge el alma.
Si somos capaces de escuchar con atención el relato de algunas viejas historias, es posible que entre las palabras escuchemos el rumor de las hojas movidas por el viento, el ruido de pisadas misteriosas en la hojarasca seca del otoño. En algún momento el relato se verá interrumpido por el canto de cristalinas aguas de fuentes de montaña.
El Bosque de Betato es un pequeño hayedo situado entre las localidades de Tramacastilla de Tena y Piedrafita de Jaca, en el valle de Tena, Huesca. Tiene recorrido fácil para los incapaces de a las grandes ascenciones que nos brinda esta zona del Pirineo.
De regreso del cañón de Anisclo me despisté con la hora y el atardecer me vino de improviso cuando alcanzaba Fanlo, localidad oscense situada entre los ríos Ara y Cinca. Es uno de los pueblos más deshabitados de la comarca (en la actualidad tiene 14 vecinos), pero es de los más bellos. Su casco urbano ofrece gran interés arquitectónico yactualmente está en avanzada estado de rehabilitación. Sólo pude captar el contraluz.
El embalse de Arguís aprovecha la Foz del río Isuela, entre las Sierras del Gratal y El águila. Es uno de los más antiguos de la región, proyectado por Francisco de Artigas, construido en 1704 y recrecido en 1929.
Una placentera y , seguramente, bien ganada siesta.