miércoles, 26 de septiembre de 2007

El Maestrazgo 2

Por si quieres entretenerte mientras lees

Nos levantamos temprano con la intención de hacer un recorrido por Cantavieja, villa amurallada situada en la cima de una montaña a 1300 m de altitud y rodeada de barrancos. Fue declarada Conjunto Histórico Artístico en 1.981, no sólo por la estructura medieval de su casco antiguo, sino también por su pasado.

Me acerco a la ventana para ver amanecer pero mi vista no alcanza más allá de un par de metros; una espesa niebla empapa las formas de las casas vecinas y mi campo visual no va mucho más allá de mis narices. Confiados en que la niebla levante a media mañana bajamos a tomar un desayuno que resulta bastante contundente: de zumo, café con leche, tostadas de pan de pagès, complementado con embutidos de la zona que son estupendos. Para animar, el camarero nos comenta que en el pueblo de al lado está lloviendo a mares y que no cree que la niebla levante en todo el día. Con algo de incertidumbre cargamos con los bártulos y salimos a la calle, donde nos recibe una fina lluvia que, sumada a la densa niebla, hace imposible el recorrido previsto. Propongo bajar al valle y visitar los pueblos de alrededor que teníamos pensado visitar al día siguiente, con la esperanza de que no llueva y que la niebla se quede arropando la colina.


Una serpenteante carretera, la A-226, nos lleva hasta el fondo del valle, donde ha dejado de llover; me animo a parar al borde de la carretera y bajo para mirar las casas del pueblo colgadas arriba, entre abrazos de nubes.


Un poco ateridos por el frío continuamos camino hacia Mirambel, otra joya entre murallas perfectamente conservada. Accedemos al pueblo a través de una de sus cinco puertas, el portal de las monjas.


Merece la pena detenerse en cualquier rincón y disfrutar de un entorno privilegiado en el que conseguimos evadirnos del exterior. Como curiosidad, mencionar que el escritor Pío Baroja escribió la novela "En la Venta de Mirambel" (1931) dentro de la serie "Memorias de un hombre de acción", en la que describía la vida de la localidad en plena guerra Carlista.


Continuamos camino hacia otra pequeña localidad, La Cuba, situada en el límite con Castellón; queremos visitar el centro de interpretación de la industria del esparto, que en el pasado daba trabajo a toda la población. Es un pueblo muy pequeño, pero su calle principal está bloqueada por un montón de mujeres jugando a bolos. Nos comentan que una vez al año celebran una reunión sólo para mujeres del Maestrazgo, y éste es el día. Han venido de diversos pueblos de los alrededores. Durante un rato disfrutamos de una partida de bolos y chapas y de la compañía de estas mujeres que nos ofrecen visitar con ellas el museo. A comer no nos invitan porque sólo se permiten mujeres, tanto a la comida como al baile que vendrá después.

Breve recorrido por las calles, empinadas, húmedas, con verdín resbaladizo y con escaleras y salimos hacia la Iglesuela del Cid, bella localidad que nos sorprende por sus numerosos palacios, casas nobles de estilo aragonés, torres y restos del castillo templario del siglo XII.

El paisaje campestre recorrido por kilómetros de paredes de piedra seca, construidas sin cemento, entrecruzadas unas con otras, surcando todo el territorio. Aquí y allá, sencillas casetas construidas con la misma piedra y vinculadas a formas de vida basadas en la agricultura y ganadería.Después de comer, visitamos la ermita de la virgen del Cid, que encontramos cerrada pero donde disfrutamos de un hermoso panorama y seguimos por la A-227 con mejor firme y menos curvas que las anteriores, hasta llegar a Cantavieja. El camarero se equivocó, hay muchas nubes pero no llueve, y la niebla ha desaparecido, lo que nos permite hacer el recorrido por la villa que teníamos previsto para la mañana. Pero eso formará parte de otra historia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermosos parajes muy bien retratados en tus preciosas fotos. Espero poder acercarme por allí cuando tenga un cochecillo que me lleve de pueblo en pueblo.

Despistado dijo...

Las fotografías sólo reflejan una pequeña parte de la belleza del Maestrazgo.
Vagamundos, si te animas a visitarlo, puede recorrerse también sin necesidad de cochecillo; todos los pueblos están conectados por senderos para recorrer a pie y separados de la carretera. Caminante no hay camino, se hace camino al andar...